jueves, 10 de noviembre de 2011
miércoles, 28 de septiembre de 2011
martes, 30 de agosto de 2011
Educación y sociedad del conocimiento
La realidad de la sociedad postcapitalista, sus actores y sus características más significativas, tienen enorme incidencia en la educación del futuro. Peter Drucker puntualiza en La Sociedad Postcapitalista esos influjos.
A lo largo de la historia, los artesanos que habían aprendido un oficio, después de cinco o seis años de aprendizaje, a la edad de diecisiete o dieciocho años, ya sabían todo lo que iban a necesitar en el resto de su vida.
En el aula se estaba antes hasta una determinada edad. El aula terminaba cuando uno “ya estaba crecido”. A partir de ahí, se irrumpía plenamente en la vida adulta. La escuela estaba dedicada a los jóvenes que todavía no eran ciudadanos, que todavía no eran responsables, que todavía no integraban la fuerza laboral o profesional.
En la sociedad del conocimiento, la escuela se convierte en una institución de adultos y vitalicia. Nunca se saldrá de la etapa del aprendizaje y de la capacitación. La nueva escuela tendrá que infundir motivación eficaz para continuar aprendiendo hasta el fin de la existencia. Ya vimos que los trabajadores de servicios de alto nivel tienen que estar al día en el conocimiento de sus equipos. Ellos pertenecen ahora a un mundo continuamente cambiante. Y deben volver a las aulas, periódicamente, para mantener esa actualización. A una maestría seguirán cada cierto tiempo cursos complementarios de actualización y enriquecimiento de la especialidad. Años más adelante, otro; y otro... Y así sucesivamente, hasta el último día de vida. Asistir a las aulas será vitalicio. Lo mismo para el simple técnico en electrónica que para el ingeniero de esa área.
Mantener acceso abierto a la educción superior sin tener en cuenta circunstancias de edad ni grados previos es una necesidad social. Al trabajador de servicios hay que darle la oportunidad de pasar a trabajo de conocimiento. Esto significa que la sociedad postcapitalista tiene que crear un sistema educativo de libre acceso Los individuos tienen que estar en capacidad de continuar en cualquier momento de su vida su educación formal y calificarse para trabajo de conocimiento. La sociedad tiene que estar dispuesta a aceptar a la personas en cualquier trabajo para el cual estén preparadas, cualquiera que sea su edad.
La sociedad, la comunidad y la familia son todas instituciones conservadoras. Tratan de mantener la estabilidad y prevenir o por lo menos retardar el cambio. Pero la organización de la sociedad postcapitalista es desestabilizadora. Por ser su función poner a trabajar el conocimiento en instrumentos, procesos y productos; en trabajo; en el conocimiento mismo tiene que organizarse para el cambio constante. Tiene que organizarse para la innovación. La sociedad tiene que organizarse para el abandono sistemático de lo establecido, lo acostumbrado, lo familiar, lo cómodo, ya sea en materia de productos, servicios y conceptos, en relaciones sociales, en habilidades y en las organizaciones mismas.
El conocimiento es por su misma naturaleza cambiante. Y tendrá que organizarse también para el abandono sistemático de lo establecido. La especialización en diversos conocimientos nos ha dado un enorme potencial de rendimiento en cada área. Pero, por ser los conocimientos especializados, necesitamos también una metodología, una disciplina, un proceso para convertir el potencial en rendimiento. De otro modo, la mayor parte del conocimiento disponible no será productivo. Seguirá siendo sólo información. Se requiere, por lo pronto, una metodología para la definición de los problemas, quizá todavía más de lo que requiere la metodología de so- lución de problemas que está hoy tan en boga. Se requiere el análisis sistemático del tipo de conocimiento y de informa- ción que necesita un problema determinado y una metodología para organizar las etapas en que el problema se puede atacar la metodología de lo que hoy llamamos “investigación de sistemas”.
Y la incidencia principal de la sociedad postcapitalista en la educación del futuro será en este campo: las organizaciones de los nuevos tiempos, todas, tendrán que incorporar en su estructura la gestión del cambio.
Específicamente, toda organización tiene para ello que incorporar en su estructura tres prácticas sistemáticas. Primero necesita mejora continua de todo lo que hace: es el proceso que los japoneses denominan kaizen. El propósito del kaizen es mejorar el producto o servicio de tal suerte que se convierta en algo realmente distinto en dos o tres años. En segundo lugar, toda organización tendrá que aprender a explotar, esto es, a desarrollar, nuevas aplicaciones de sus propios éxitos. Finalmente, toda organización tendrá que aprender a innovar, y la innovación se puede organizar como un proceso sistemático, y debe organizarse como tal. El aula no prepara para la innovación y la creatividad. No está diseñada para esto.
El cambio más grande probablemente es el hecho de que en los últimos cincuenta años la innovación deliberada, tanto técnica como social, se ha convertido en sí misma en una disciplina organizada que se puede enseñar y se puede aprender. Y tiene que expandirse la voluntad de que especialmente nuestras universidades sean un foco de imaginación. La universidad, como ámbito de la intelectualidad y espacio de dignidad humana y social, no puede dormirse en sus laureles, debe renovar sus modelos pedagógicos para contribuir a orientar y construir un nuevo futuro. Lo único que va a tener importancia en la economía nacional, lo mismo que en la internacional, es el rendimiento de la administración en hacer productivo, innovador, el conocimiento. Y la educación superior deberá no solo motivar para ser innovadores: debe preparar para la innovación: enseñar cómo ser innovadores.
Esa es su misión.
LOS TRABAJADORES DEL CONOCIMIENTO
El trabajador de conocimiento se dedica a crear, a innovar; es decir, a aplicar el conocimiento al trabajo con el fin de alcanzar una mayor productividad. Podemos mencionar entre los trabajadores del conocimiento a los científicos, a los investigadores, a los profesores y empleados de fábricas con un nivel técnico que no depende del rendimiento de los equipos, y que no se limitan a alcanzar una máxima eficiencia bajo los viejos mecanismos y procedimientos, sino que buscan el cambio. En la nueva sociedad, los trabajadores del conocimiento los técnicos de electrónica y de informática, los diseñadores y constructores de páginas web, mercadólogos on line...deben ser especialistas que dominen su trabajo mejor que sus superiores.
Y tales trabajadores no requerirán precisamente el apoyo de un jefe sino el de un coordinador.
Todos los trabajadores del conocimiento serán empleados de organizaciones. Pero diferentemente de los empleados del capitalismo, ellos serán dueños de los medios de producción y de las herramientas de producción. Primero, por medio de sus cajas de pensiones que rápidamente están surgiendo en todos los países desarrollados como los únicos verdaderos propietarios. Lo segundo, porque los trabajadores instruidos son dueños de sus conocimientos y se los pueden llevar consigo a dondequiera que van. En lugar de los capitalistas de la vieja escuela, los que controlarán cada vez más la oferta y la distribución del dinero serán las cajas de pensiones. En los Estados Unidos, estas eran propietarias en 1992 de la mitad del capital social de los negocios más grandes del país. Las cajas de pensiones son administradas por una nueva casta de capitalistas, empleados sin rostros, anónimos, asalariados, los analistas de la inversión de los fondos y los gerentes.
El nuevo concepto de los gerentes...
Durante la Segunda Guerra Mundial, y poco después de ella, un gerente se definía como “la persona responsable del trabajo de subalternos”. En otras palabras, era un jefe; y administración era rango y poder. Esa es todavía la definición en que muchos piensan cuando se habla de gerentes y de administración.
A principios del decenio de los 50, la definición había cambiado: un gerente era ya un responsable del rendimiento de las personas.
Hoy sabemos que esta definición es también demasiado estrecha. La definición correcta es: un gerente es responsable de la aplicación y el rendimiento del conocimiento. Proporcionar conocimientos a fin de averiguar cómo aplicar el que ya existe para obtener resultados: esto es lo que se entiende por administración. La organización moderna no puede ser de jefes y subalternos: tiene que estructurarse como un equipo de asociados. Claro que en toda organización tiene que haber personas que tomen decisiones, o nunca se hará nada. Tiene que haber personas que respondan por la misión de la organización, su espíritu, su rendimiento, sus resultados. Los especialistas son eficientes solo como especialistas, y los trabajadores del conocimiento tienen que ser eficientes. Es decir: tienen que ser especialistas. Los más eficientes de ellos no quieren ser otra cosa que estrechos especialistas. Los neurocirujanos mejoran y mejoran cuanto más practican su habilidad. Los cornetistas no se ponen a tocar violín, y no deben intentarlo. Los especialistas necesitan contacto con el universo del conocimiento, pero necesitan trabajar como especialistas y concentrarse en ser especialistas. Y para que esto produzca resultados, se necesita la organización.
Tiene que haber un director que controle la partitura. Tiene que haber personas que concentren la organización en su misión, que fijen la estrategia para ponerla por obra y definan cuáles han de ser los resultados. Esta administración necesita considerable autoridad, pero su oficio en la organización de conocimiento no es mandar, es dirigir.
Una organización siempre es administrada. La sociedad, la comunidad y la familia pueden tener líderes, y lo mismo las organizaciones, pero sólo estas son administradas.
La administración puede ser superficial e intermitente como lo es, por ejemplo, en una asociación de padres y maestros de una escuela rural, en la cual los funcionarios elegidos dedican apenas unas pocas horas al año a los asuntos de la organización. O puede ser un oficio de jornada completa muy exigente para un grupo bastante numeroso de personas, como en las fuerzas armadas, en la empresa de negocios, el sindicato, la universidad y muchas otras.
Pero en todo caso, tiene que haber personas que tomen decisiones, o nunca se hará nada. Tiene que haber personas que respondan por la misión de la organización, su espíritu, su rendimiento, sus resultados. Tiene que haber un director que controle la partitura. Tiene que haber personas que concentren la organización en su misión, que fijen la estrategia para ponerla por obra y definan cuáles han de ser los resultados. Esta administración necesita considerable autoridad, pero su oficio en la organización del conocimiento no es mandar, es dirigir. Tienen que atraer a las personas, tenerlas, reconocerlas y recompensarlas; tienen que motivarlas, servirles y satisfacerlas. Esta es tarea también del gerente del cambio.
El desarrollo y las industrias
Las industrias que en los últimos cincuenta años han pasado a ocupar el centro de la economía son aquellas cuyo negocio es la producción y distribución de conocimientos, y no la producción y la distribución de objetos. En realidad, todas las industrias tradicionales que se las han arreglado para crecer en los últimos cincuenta años han crecido porque se estructuraron en torno al conocimiento y a la información convertida en conocimiento útil. Los superricos del viejo capitalismo eran los barones del acero del siglo XIX. Los superricos de la bonanza después de la Segunda Guerra Mundial son los fabricantes de computadoras, los productores de soft- ware, de programas de televisión; o Ross Perot, el constructor de un negocio que instala y maneja sistemas de información. Ya no es posible realizar grandes utilidades haciendo o moviendo cosas. Y ni siquiera es posible hacer grandes utilidades controlando el dinero.
Hoy los bancos comerciales están en dificultades en todas partes. El margen entre lo que pagan y lo que cobran por el dinero se está estrechando constantemente. Ya no pueden vivir del rendimiento del dinero. Para poder sobrevivir tienen que cobrar por dar información convertida en conocimientos útiles. Cada vez es menor el rendimiento de los recursos tradicionales: capital, trabajo y tierra (recursos naturales). El único o por lo menos el principal productor de riqueza hoy es el conocimiento. Cómo se comporta el conocimiento en su papel de recurso económico, no lo entendemos aún del todo. No hemos tenido la suficiente experiencia para formular una teoría y ponerla a prueba.
Lo único que podemos decir por ahora es que necesitamos tal teoría. Necesitamos una teoría económica que coloque el conocimiento en el centro del proceso de producción de riqueza. Sólo ella puede explicar por qué los recién llegados, especialmente en el campo de la alta tecnología, pueden barrer el mercado casi de la noche a la mañana y expulsar a todos los competidores, por más que estos se hayan atrincherado como lo hicieron los japoneses en el mercado de bienes económicos de consumo y en el mercado de automóviles, de los omputadores... fueron desarrollados proporcionalmente, Alemania Occidental invertía tanto dinero y talento en estas áreas como los Estados Unidos, y acaso más. Producía una regular cantidad de nuevo conoci- miento, pero había fallado notoriamente en convertirlo en innovaciones prácticas. El nuevo conocimiento ha permanecido allí en el terreno de la información, pero no se ha hecho productivo.
Para entender a la sociedad del conocimiento...
Doscientos años después de la Revolución Industrial, se está produciendo en el mundo un salto cualitativo trascendental: estamos pasando a un nuevo modelo de organización de la sociedad y de la economía, la sociedad postcapitalista.
La economía seguirá siendo una economía de mercado y de mercado mundial.
La crítica del mercado como organizador de la actividad económica se remonta a Aristóteles. La mayoría de los cargos que se le hacen están bien fundados. Pero como lo dijo hace más de cien años nada menos que el gran anticapitalista Karl Marx, el mercado, a pesar de todas sus
imperfecciones, sigue siendo muy superior a todas las demás maneras de organizar la actividad económica –cosa que se ha probado ampliamente en los últimos cincuenta años–. Sin embargo, la sustancia de la vida económica ha cambiado radicalmente.
En la nueva sociedad el verdadero recurso dominante y factor de producción de riqueza absolutamente decisivo no es ya ni el capital, ni el trabajo, ni la tierra –los recursos naturales, decimos ahora–. Es el conocimiento.
En la sociedad que vendrá después del capitalismo, el conocimiento se convierte en el factor determinante de la competitividad de los pueblos en los mercados internacionales. Y consiguientemente, en la causa principal de su prosperidad económica.
Esta nueva teoría económica coloca el conocimiento en el centro del proceso de producción de riqueza.
No se trata, empero, de cualquier tipo de conocimiento. Hablamos de conocimientos útiles, de conocimientos que producen. Y el conocimiento sólo es productivo si se aplica para lograr una diferencia vital.
Albert von Szent Györgyi, 1893-1990, húngaro-americano ganador del Premio Nobel, revolucionó la fisiología. Cuando se le pidió que explicase sus triunfos, los atribuyó todos a su maestro, un oscuro profesor de una universidad provincial húngara:
Cuando obtuve mi doctorado, me propuse estudiar la flatulencia, de la cual no se sabía entonces nada, ni se sabe aún. “Muy interesante”, dijo mi profesor, pero “nadie se ha muerto jamás de flatulencia. Si uno obtiene resultados, lo cual siempre es incierto, lo mejor es obtenerlos en un campo en que ellos hagan una diferencia vital”... “Por esta razón –agregó Szent Geörgyi–me dediqué al estudio de la química básica y descubrí las enzimas”.
¿Quien es Peter Drucker?
“Fue el primero de los futuristas analíticos y el primero de los filósofos de la administración”, escribió Wall Street Journal.
“El más destacado pensador acerca de administración del tiempo”, lo ha llamado Harward Business Review.
Peter Drucker es el autor más conocido del área gerencial. Sus obras están traducidas a 20 idiomas. Y es uno de los más grandes asesores empresariales norteamericanos de todos los tiempos.
Nació en Viena, Austria, en 1909.
Se doctoró en derecho por la Universidad de Frankfurt en 1931. Y ejerció también, por entonces, el periodismo. Los nazis trataron de atraer al joven Drucker con un cargo en el Ministerio de Información. Su respuesta fue la publicación de una monografía muy elogiosa de Stahl, personaje judío de la época La obra fue proscrita y retirada de la circulación. Drucker tuvo que marcharse precipitadamente a Londres. Era el año 1933. En 1937 emigra a los EE. UU., país donde se estableció definitivamente.
El vicepresidente del Consejo de Administración de la General Motors –la GM.–, Donaldson Bros, le encargó un estudio de aquella organización. Este se publica en la primavera de 1946 con el título de Concept of the Corporation: un excelente análisis de la descentralización de la GM., característica que el famoso Alfred P. Sloan le había impreso a esa megacorporación. Concept of the Corporation le otorgó a Drucker presencia y autoridad entre los especialistas del área de administración. Siguió una abundante publicación de artículos. La revista Fortune difundió por vez primera en 1949 un trabajo suyo.
En 1950, Drucker entró a formar parte de la facultad en la Universidad de Nueva York, con su primera cátedra de Administración. Y empiezan a multiplicarse las solicitudes de asesorías.
En 1954 publicó The Practice of Management. Esta nueva obra recibió comentarios muy elogiosos en dos páginas que le dedica la revista Busi- ness Week de Nueva York: “Peter F. Drucker, maestro y consultor, ha barrido el campo... Como tantos precursores en las artes y las ciencias este libro vendrá seguido, posiblemente, por muchos otros. Pero es pro bable que será el mejor en su clase por mucho tiempo”.
Las críticas favorables se sucedieron. Resultó un éxito de librería. Y su autor, a los 45 años, quedó constituido como autoridad en administración de empresas.
A Peter Drucker lo buscan entonces de todas partes para consultorías y conferencias. Y se consagra también como escritor calificado de artículos de esta especialidad.
Fue orador invitado de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard en 1958, cuando los festejos de su cincuentenario. En 1955, Harvard Business Review lo tiene como colaborador en sus páginas.
Una de sus últimas publicaciones ha sido La Sociedad Postcapitalista, editada en 1993. En ella explica la naturaleza de la sociedad del conocimiento, y adelanta cómo será la educación entonces: una visión genial, que permite a estadistas, ministros de educación, rectores universitarios y educadores de avanzada adelantarse cien años a los acontecimientos.
martes, 23 de agosto de 2011
Sociedad de la información
Patricia Taylor B.
“SOCIEDAD DE LA INFORMACION”
Día a día el ser humano esta en el intento de innovar y superar lo actual para llegar cada día mas lejos para ser mejores a los demás, para ampliar nuestros conocimientos y esto es posible gracias al fácil acceso que la mayoría de las personas que integramos una sociedad tenemos a la tecnología y a la información, que es casi ilimitada. Se podría ver a la sociedad de la Información como una etapa de desarrollo social y cultural que sobre sale y distingue la capacidad de sus diferentes integrantes para obtener y compartir cualquier información, desde cualquier lugar y en la forma que queramos para su mejor uso y aprovechamiento.
La tecnología nos facilita la creación, la distribución y la manipulación de la información, son parte muy importante en las actividades sociales, culturales y económicas ya que permiten la multiculturalidad entre la gente que tiene acceso a esa información que puede ser publicada y vista desde cualquier parte del mundo. La mayoría de la gente somos parte de la sociedad de la información ya que se puede publicar cualquier tipo de información y al mismo tiempo obtener información de regreso de otras personal, lugares, empresas, países etc. Esto es descrito como factor diferencial ya que cada quien tiene la cantidad de información que desea y la maneja a su gusto. El flujo de información es tan grande que en cuestión de segundos podemos tener grandes cantidades de información para transformar y aprender algo en lo que tengamos interés.
La forma de actuar, de la gente que tenemos fácil acceso a la información, muchas veces es manipulada por el tipo de información que recibimos, ya que esta información puede ser mal interpretada o captada diferente, lo cual cambia nuestra forma de actuar y pensar. Conforme se van transformando nuestros valores y actitudes, podemos decir que nuestra cultura, sociedad y uno mismo cambia y esto puede ser para bien o para mal. La sociedad de la información puede ser útil para evitar el estancamiento social y para extender nuestros horizontes ya que existe un constante movimiento e intercambio de información entre la sociedad. La sociedad de la información no podría ser sin el progreso, modernidad y crecimiento que va de la mano de las tendencias y los cambios tecnológicos y científicos de las sociedades modernas. Esta información es captada desde los diferentes tipos de medios informáticos que existen tales como la radio, la computadora, la televisión, las revistas, etc.
Desde mi punto de vista la sociedad de la información es una puerta que nos puede llevar a caminos muy grandes pero también puede manipular nuestra forma de pensar ya que podemos captar la información de la manera equivocada, y así cambiar nuestra forma de pensar en muchos aspectos. No siempre la información a la cual tenemos acceso es verdadera, ya que puede ser manipulada casi por cualquiera y así crear confusiones en nosotros los cual nos perjudica. En conclusión si ocupamos la información correctamente se puede llegar a hacer grandes cosas podemos mejorar tecnológica y mentalmente como individuo y como sociedad ya que la información extiende nuestras barreras y nos da un multiculturalismo que nos hace tener una mayor visión hacia un mundo lleno de tecnología y de información, al mismo tiempo que crece nuestro conocimiento en diferentes temas relacionados con nuestras vidas diarias.
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