Las industrias que en los últimos cincuenta años han pasado a ocupar el centro de la economía son aquellas cuyo negocio es la producción y distribución de conocimientos, y no la producción y la distribución de objetos. En realidad, todas las industrias tradicionales que se las han arreglado para crecer en los últimos cincuenta años han crecido porque se estructuraron en torno al conocimiento y a la información convertida en conocimiento útil. Los superricos del viejo capitalismo eran los barones del acero del siglo XIX. Los superricos de la bonanza después de la Segunda Guerra Mundial son los fabricantes de computadoras, los productores de soft- ware, de programas de televisión; o Ross Perot, el constructor de un negocio que instala y maneja sistemas de información. Ya no es posible realizar grandes utilidades haciendo o moviendo cosas. Y ni siquiera es posible hacer grandes utilidades controlando el dinero.
Hoy los bancos comerciales están en dificultades en todas partes. El margen entre lo que pagan y lo que cobran por el dinero se está estrechando constantemente. Ya no pueden vivir del rendimiento del dinero. Para poder sobrevivir tienen que cobrar por dar información convertida en conocimientos útiles. Cada vez es menor el rendimiento de los recursos tradicionales: capital, trabajo y tierra (recursos naturales). El único o por lo menos el principal productor de riqueza hoy es el conocimiento. Cómo se comporta el conocimiento en su papel de recurso económico, no lo entendemos aún del todo. No hemos tenido la suficiente experiencia para formular una teoría y ponerla a prueba.
Lo único que podemos decir por ahora es que necesitamos tal teoría. Necesitamos una teoría económica que coloque el conocimiento en el centro del proceso de producción de riqueza. Sólo ella puede explicar por qué los recién llegados, especialmente en el campo de la alta tecnología, pueden barrer el mercado casi de la noche a la mañana y expulsar a todos los competidores, por más que estos se hayan atrincherado como lo hicieron los japoneses en el mercado de bienes económicos de consumo y en el mercado de automóviles, de los omputadores... fueron desarrollados proporcionalmente, Alemania Occidental invertía tanto dinero y talento en estas áreas como los Estados Unidos, y acaso más. Producía una regular cantidad de nuevo conoci- miento, pero había fallado notoriamente en convertirlo en innovaciones prácticas. El nuevo conocimiento ha permanecido allí en el terreno de la información, pero no se ha hecho productivo.
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